Un nuevo estudio realizado por científicos de las universidades Harvard y Johns Hopkins, todavía en preimpresión, revela que las vacunas contra el COVID-19 son hasta 98 veces peores que el propio coronavirus.
El estudio realizó una evaluación riesgo-beneficio de los refuerzos, principalmente las seudovacunas ARNm Pfizer y Moderna en este grupo de edad y determinó que hay cinco argumentos éticos en contra de los mandatos.
El artículo, por publicarse en la revista Social Science Research Network (SSRN), indica que entre 22 000 y 30 000 adultos de entre 18 y 29 años que no estaban infectados previamente deben recibir una vacuna de ARNm para evitar una hospitalización por COVID-19.
Al utilizar los datos de eventos adversos informados por los CDC y los patrocinadores, encontraron que los mandatos de refuerzo pueden causar un daño esperado: por hospitalización por COVID-19 evitada en adultos jóvenes previamente no infectados, anticipan de 18 a 98 eventos adversos graves, incluidos 1.7 a 3.0 asociados con el refuerzo.
Vacunados quedan imposibilitados de realizar una vida diaria normal
Sobre casos de miocarditis en varones, determinaron 1.373 a 3.234 casos de grado ≥3 de reactogenicidad que interfiere con las actividades diarias.
Dada la alta prevalencia de inmunidad postinfecciosa, este perfil riesgo-beneficio es aún menos favorable. Los mandatos de refuerzo universitario no son éticos porque:
1) no existe una evaluación formal de riesgo-beneficio para este grupo de edad;
2) los mandatos de vacunación pueden resultar en un daño neto esperado para los jóvenes;
3) los mandatos de refuerzo no son proporcionales: los daños esperados no son superados por los beneficios para la salud pública dada la eficacia modesta y transitoria de las vacunas contra la transmisión;
4) los mandatos de los refuerzos en los EE. UU. violan el principio de reciprocidad porque los daños graves raros relacionados con las vacunas no se compensarán de manera confiable debido a las brechas en los esquemas actuales de lesiones por vacunas; y
5) los mandatos de refuerzo crean daños sociales más amplios.
Consideraron contraargumentos como el deseo de socialización y seguridad y mostramos que tales argumentos carecen de respaldo científicoo ético.
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